La volatilidad económica actual, marcada por la inflación y la incertidumbre geopolítica, está reconfigurando el panorama del consumo. En este contexto surge un fenómeno clave: la polarización del consumidor, donde los distintos segmentos socioeconómicos reaccionan de manera desigual ante las presiones económicas.
Comprender esta dinámica es esencial para empresas de marketing, retail y bienes de consumo (FMCG) que buscan adaptar sus estrategias para seguir siendo relevantes y competitivas.
La polarización del consumidor se refiere a la creciente división en los patrones de compra entre grupos socioeconómicos. Mientras algunos consumidores mantienen o aumentan su gasto en productos premium y experiencias exclusivas, otros se enfocan en la asequibilidad, optando por marcas blancas o productos esenciales.
Esta dualidad se evidencia en la coexistencia de tiendas de descuento con boutiques de lujo, reflejando un mercado cada vez más segmentado por el poder adquisitivo.
Los hábitos de compra están directamente influenciados por el nivel socioeconómico, tradicionalmente segmentado por ingresos, educación y ocupación:
Alto: busca calidad, exclusividad y experiencias diferenciadas. Tiene baja sensibilidad al precio.
Medio: equilibra calidad y precio. Ajusta su consumo en periodos de incertidumbre.
Bajo: prioriza la asequibilidad. Es altamente sensible al precio y enfoca sus decisiones en satisfacer necesidades básicas.
Factores como inflación, recesión o aumento en el costo de vida afectan de forma desigual a estos segmentos. Mientras los hogares de ingresos altos tienen mayor capacidad de absorción, los segmentos medios y bajos enfrentan decisiones difíciles, recortando gastos y ajustando hábitos de consumo.
La vulnerabilidad ante la crisis varía. Quienes cuentan con ahorros, múltiples fuentes de ingreso o acceso al crédito tienen mayor resiliencia. Según datos del Banco Mundial, las recesiones tienden a amplificar la desigualdad, profundizando la brecha entre los extremos del espectro socioeconómico.
Ante este escenario, las empresas deben repensar sus estrategias para conectar con cada tipo de consumidor. La clave está en la segmentación precisa, la flexibilidad del portafolio y la personalización de la experiencia.
Segmentación de precios: crear diferentes líneas de producto (económica, media y premium) para abarcar todo el espectro del mercado.
Diversificación de portafolio: incorporar opciones accesibles sin comprometer calidad, junto con productos aspiracionales.
Comunicación segmentada: utilizar canales, mensajes y beneficios alineados al perfil del consumidor. Ejemplo: redes sociales para jóvenes de nivel medio y alto; promociones por WhatsApp o email para niveles bajos o medios mayores.
Este fenómeno no es temporal. La brecha podría ampliarse si persisten los desafíos económicos globales. La tecnología, el acceso a datos y la personalización serán factores clave para anticiparse y adaptarse.
¿Podrán las marcas ofrecer valor real a ambos extremos sin perder identidad?
Comprender la polarización del consumidor no es solo una ventaja competitiva, es una necesidad. Adaptar las estrategias de marketing, portafolio y comunicación a cada segmento puede marcar la diferencia entre ganar o perder relevancia en el mercado.
Herramientas como Shelftia permiten monitorear precios, promociones y comportamiento del consumidor en tiempo real, ayudando a las marcas a entender las diferencias de consumo por nivel socioeconómico y actuar con agilidad.
Con datos, puedes tomar mejores decisiones y adaptarte al consumidor que tienes hoy, no al que tenías ayer.